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Con la creciente integración de estándares de sustentabilidad en las empresas y los ajustes a las estrategias corporativas para cumplir con objetivos de desarrollo sostenible, la gestión de compras también está cambiando.

Ahora todo va más allá de las relaciones transaccionales de materias primas y servicios, en un escenario donde las cadenas de suministro son responsables del 60% de las emisiones de CO2 en todo el mundo.

Por eso es clave que las empresas construyan relaciones con proveedores que cumplan con criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG), señala David Falcón, director de Cambio Climático y Sostenibilidad de Deloitte, quien explica que entre las principales exigencias que se toman en cuenta en la evaluación de la cadena de proveedores destacan la existencia de una estrategia o política de sostenibilidad, las políticas y prácticas relacionadas a los derechos humanos y el relacionamiento con las comunidades.

“Las empresas están identificando sus proveedores críticos en materia ASG, trabajando también con proveedores en su desarrollo e incentivándoles a adoptar los criterios. La tendencia es trabajar con ellos de forma integrada en el traspaso de estas prácticas, desarrollando due diligence en diferentes materias relacionadas y configurando programas de desarrollo de proveedores sostenibles”, explica.

El objetivo de esta mirada, según Falcón, es disminuir el impacto ambiental en toda la cadena de valor.“Por esto se hace necesaria la información detallada de indicadores ambientales de los proveedores, entre ellas principalmente emisiones, residuos y consumo de agua para así poder medir los ciclos de vida completos de los productos”, precisa.

“Ya no basta con que las empresas se centren solo en lo que controlan directamente. Los stakeholders las considerarán responsables de cualquier desliz en torno a sus productos, incluso cuando esos errores los cometa una empresa asociada o proveedor”, señala Marcos Alexandre Lopes, líder de Industry X de Accenture Chile. Por eso dice que deben asegurarse de que los diseños de sus propios productos, las plantas, los almacenes, los proveedores, los subcontratistas, los proveedores de transporte y otros se adhieran “a las más altas prácticas medioambientales, sociales y de gobernanza a nivel global”.

Reducir riesgos

Para Reinalina Chavarri, directora del Observatorio de Sostenibilidad FEN U. Chile, estos nuevos requerimientos apuntan a reducir riesgos reputacionales, operacionales y financieros. Por lo tanto, las licitaciones y procesos de compra tienen que alinearse con la sostenibilidad. “Los gremios y asociaciones deben hacer un exhaustivo análisis para alinearse con lo que sus empresas socias tienen que cumplir, como la Norma 461, que incorpora nuevas exigencias en materia de sostenibilidad en general, y ambiental en particular, donde se observan evaluación de impactos, debida diligencia en la cadena de suministro, gestión de riesgos y políticas de subcontratación vinculadas a los resultados finales”, detalla.

Óscar Vargas, gerente comercial de Superbid Chile, añade que para alcanzar esas metas, las empresas deben fortalecer la transparencia, efectividad, tecnología y asesoramiento técnico.

En todo esto, la tecnología es un aliado clave, apunta Lopes, en referencia a las herramientas que hoy existen y que proporcionan visibilidad a través de un seguimiento inteligente sobre el cumplimiento de los criterios ASG, no solo al interior de la empresa, sino que entre los socios y proveedores, como por ejemplo, aquellas que permiten automatizar el cálculo de carbono en las distintas líneas de productos.